Thursday, March 15, 2007

La burbuja inmobiliaria


Queridos ciudadanos/as:
Les reúno en este humilde blog para hablarles del problema de la vivienda que, aunque los políticos actuales centren su debate en todo lo que está relacionado con el terrorismo de ETA, es el gran problema al que nos enfrentamos jóvenes y no tan jóvenes, mileuristas, okupas, estudiantes, hijos de trabajadores, personas mayores que sufren mobbing e incluso hijos de familias acomodadas. Por lo tanto, es un tema social que afecta a una gran parte de nuestra sociedad. Aunque un sector se conforme con hipotecarse el resto de su vida e incluso traspasar la deuda a sus descendientes, por el solo hecho de aparentar y poder incluirse en la clase privilegiada de la sociedad, no podemos hacer como si el problema no existiera.
No cabe olvidar que el derecho a poseer una vivienda digna aparece explícitamente redactado en el artículo 47 de nuestra maravillosa Constitución de 1978, que muchos de nosotros no votamos y en la que ahora se descubren grandes deficiencias de las que nadie quiere responsabilizarse.
Si analizamos la problemática existente, las estadísticas nos dicen que el Estado Español es uno de lo estados integrantes de la Unión Europea que más construye, el que más inmuebles vacíos tiene y el que menos vivienda asequible pone al servicio de sus ciudadanos. En este punto, nos podemos preguntar: Dónde está la “mano invisible” de Adam Smith que lo regula todo? Aquí se observa una contradicción del sistema, ya que puede haber una amplia oferta de viviendas y al mismo tiempo puede haber gente que tenga grandes dificultades de compra, si no es hipotecando su futuro. Un paralelismo con lo que acabo de mencionar seria que, hay paises que crecen a un ritmo del 5 o 7% de su PIB y al mismo tiempo una gran mayoria de la población, en dicho país, ve disminuido su poder adquisitivo. Son las grandes contradicciones de nuestros tiempos.
Bien, centrémonos en el problema que nos interesa y busquemos sus causas. El actual problema de la vivienda se gestó a finales de los años noventa cuando los gobiernos del Partido Popular en España y de Convergencia i Unió en Catalunya abandonaron el programa de vivienda social. Además de abandonar este programa fundamental, facilitaron la adquisición de suelo edificable, o mejor dicho, suelo especulativo, y dejaron las plusvalías del sector en manos de las inmobiliarias y de los grandes intereses financieros. Así es, esto es la lógica del sistema. Cuando la economía va bien, se dejan los temas sociales, como la vivienda, en manos del capital y de los especuladores. Cuando el sector inmobiliario baja sus beneficios y aparecen movimientos sociales de protesta, el Estado se ha de encargar de reactivar el sector inyectando capital público y construyendo pisos de protección oficial, que no son un regalo para nadie, tal como está la situación, pero por lo menos su precio final no es tan inflacionario.
Cabe decir que las políticas de vivenda social no son programas sociales estrictamente dicho, sino más bien son programas que vienen precedidos de un estudio económico en el que se demuestra que el sector no va del todo bien y, por tanto, es una forma de reactivarlo.
Normalmente la especulación es obra de los gobiernos de derechas, mientras que cuando se pasa a gobiernos de izquierda, éstos comienzan a recibir presiones por parte de plataformas sociales por una vivienda digna, que al mismo tiempo son retroalimentadas por los medios de comunicación que no tienen más remedio que hacer un resueno mediático acerca del problema existente.
Bien, pues, una vez analizado el problema, la solución que nos queda para enfrentarnos a unos políticos incapaces, muchas veces, de luchar contra los grandes poderes financieros, es lanzarnos a la calle y aprovechar nuestro derecho a protestar por una necesidad tan básica como es la vivienda. No podemos permitir que una minoria se enriquezca de una forma desorbitada a costa de que una gran mayoria lo pase mal. Hemos de demostrar que la palabra democracia tiene sigificado, ya que resignándonos a pedir una hipoteca e hipotecar nuestro futuro hasta el fin de nuestros dias, estamos evidenciando que vivimos en una dictadura de los grandes monopolios y del gran capital financiero. Debemos presionar al poder, para que orienten el crecimiento del país hacia otros ámbitos que no sea el “boom del ladrillo”. Crecer a cualquier precio no ha de entrar en los planes de una sociedad avanzada. Se debe invertir más en investigación y desarrollo para poder producir productos con más valor añadido que nos permitan hacernos fuertes y competir dignamente en Europa.
Presionemos a los políticos de todos los rincones de nuestro territorio para que tomen cartas en el asunto. Aunque el movimiento por una vivienda digna aún no sea lo mayoritario que tendría que ser, sí que puede ser una dura crítica a los actuales estamentos políticos, que lo dejan todo en manos del mercado, el cúal, como ya hemos visto, no es capaz de regularlo todo.
Así pues, a pinchar la burbuja inmobiliaria!

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