Thursday, February 14, 2008

El regreso

Después de un período de hibernación bastante largo y con las pilas cargadas vuelvo a reencontrarme con mi blog, dispuesto a llegar a este horizonte infinito donde los sueños se pueden hacer realidad. Saludos a toda la gente que visitaba y ha visitado mi blog y disculpas por este largo paréntesis en el camino hacia el tan misterioso horizonte.

Poema sin título

La balanza se rompe
en un mundo incoherente.
La justicia se cae, muerta.
La paciencia se acaba
destruyendo la calma.
La respuesta se ubica
lejos de la clase política.
Poco tiempo le queda
a este pobre planeta
que soporta y resiste
tanta barbarie.
Surgen pocas ideas,
el presente improvisa
y va sacando basura fuera.
La actual realidad
no es de verdad,
nuestros ojos nos engañan.
Pura adicción y mentira nos dan
para que no podamos pensar.
Quién pueda ver,
la auténtica realidad
sabrá demostrar.
Es calamidad de estos tiempos
que los locos
guien a los ciegos.

Avalon

La sociedad de consumo no tiene futuro

El derecho al despilfarro, privilegio de unos pocos, dice ser la libertad de todos. Esta civilización no deja dormir a las plantas, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están expuestas a luz continuada, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar.
El fragmento anterior se encuentra en el libro: "Patas arriba! La escuela del mundo al revés" (Eduardo Galeano), libro que os recomiendo fervientemente ya que es una muy dura crítica a la sociedad consumista actual y además el autor demuestra que el poder de la palabra sigue más vivo que nunca.
"El progreso humano no es ni automático ni inevitable. El futuro ya está aquí y debemos enfrentar la cruda urgencia del ahora. En este acertijo constante que implica la vida y la historia, la posibilidad de llegar tarde existe. Podemos rogarle desesperadamente al tiempo que detenga su paso, pero el tiempo es sordo a nuestras súplicas y seguirá su curso. Sobre montañas de blancas osamentas y desperdicios de múltiples civilizaciones se observan las terribles palabras: Demasiado tarde".
Estas palabras, que forman parte de un sermón sobre justicia social pronunciado por Martin Luther King hace cuatro decenios, resuenan hoy poderosamente. En los albores del siglo XXI, nosotros también enfrentamos la implacable urgencia de una crisis que vincula el presente con el futuro. Esa crisis se llama cambio climático.

Wednesday, February 13, 2008

Sabías que...

El león que está en la plenitud de su edad no se muestra muy aficionado a la caza del hombre. Le enloquece la carne de antílope y de cebra. También le gusta la jirafa, aunque ésta resulta difícil de cazar, dados su tamaño y altura.
El león caza durante la noche y por lo general en manada, ingeniándoselas con sigilosos acechos y trampas. Antes de cazar, en la manada se reparten los papeles. Las leonas son las más activas: son las que suelen atacar. Los machos son los primeros a la hora de disfrutar del festín.
Los leones se pasan el día entregados a dos actividades: digerir y dormitar.
Cuando los leones salen de caza, lo anuncian con rugidos muy poderosos, que retumban por toda la sabana. Esta voz esparce un terror-pánico entre los demás animales. Sólo los elefantes permanecen indiferentes.
El león es un cazador hábil y temible durante uno veinte años. Luego empieza a envejecer. Sus músculos se debilitan, su velocidad se reduce y sus saltos se vuelven cada vez más cortos. Le resulta difícil alcanzar al asustadizo antílope y a la veloz y siempre alerta cebra. Hambriento, se convierte en una carga para la manada. La manada no tolera a los débiles y enfermos, por lo cual puede llegar a ser su víctima. Cada vez más a menudo, tiene miedo de que los más jóvenes lo maten a mordiscos. Poco a poco se va separando de la manada hasta que se queda solo. Lo mortifica el hambre, pero ya no es capaz de alcanzar la presa. Y entonces sólo le queda una salida: cazar al hombre. En estos momentos el león recibe el apodo de devorador de hombres.


Hace mucho tiempo, cuando aparecieron los colonizadores portugueses en Africa y empezaron a comprar marfil, les llamó la atención el hecho de que los africanos no lo tuviesen en grandes cantidades. Por qué? Al fin de cuentas los colmillos de elefante son un material duro y muy resistente, así que, si les resultaba difícil cazar un elefante vivo- por lo general lo hacían atrayendo al animal hacia un hoyo que previamente habían cavado-, no tenían más que quitarles los colmillos a los elefantes muertos desde hacía más o menos tiempo. Sugirieron esta idea a sus intermediarios africanos. Pero en respuesta oyeron algo asombroso: que no hay elefantes muertos, que sus cementerios no existen. Era un misterio que empezó a corroer a los portugueses. Cómo mueren los elefantes? Dónde yacen sus restos? Dónde estan sus cementerios? Se trataba de marfil y de las enormes cantidades de dinero que se pagaba por él.
El como morían los elefantes era un secreto que los africanos habían guardado frente a los blancos durante mucho tiempo. El elefante es un animal sagrado y también lo es su muerte. La admiración más grande siempre la había despertado el hecho de que el elefante no tiene enemigos en el mundo animal. Nadie es capaz de vencerlo. Sólo puede morir de muerte natural. Ésta suele producirse al ponerse el sol, cuando los elefantes acuden a sus abrevaderos. Se detienen en la orilla de un lago o de un río, alargan las trompas, las sumergen en el agua y beben. Pero llega el momento en que un elefante viejo y cansado ya no puede levantar la trompa y para saciar la sed tiene que adentrarse en el lago cada vez más. Y también cada vez más, sus patas se hunden en el légamo. El lago lo succiona, lo atrae a sus insondables profundidades. Él, durante un tiempo, se defiende agitándose, intentando liberar las patas de la tenaza del légamo para poder regresar a la orilla, pero su propia masa resulta demasiado grande y la fuerza del fondo es tan paralizante que el animal, finalmente, pierde el equilibrio, se cae y desparece bajo las aguas para siempre. Y es ahí, en el fondo de los lagos africanos donde se encuentran los eternos cementerios de los elefantes.